lunes, 1 de septiembre de 2014

Día 25: Último día de la ruta, el Kathmandú relajado.

Último día de ruta, esta noche se emprende el vuelo de vuelta, así que hemos aprovechado para relajarnos en Kathmandú. Tranquilidad y Kathmandú son agua y aceite, pero hay momentos y espacios para salir de la presión del tráfico.

Despierta la Plaza Durbar de Kathmandú 


      

Aún conservábamos el pase para entrar a la plaza obtenido el primer día, pagando la entrada de un día te pueden dar un pase por toda la duración del visado si lo solicitas. Así que a primera hora estábamos allí para echar el último vistazo.

                 

Después de una noche de lluvia monzónica el cielo estaba azul celeste, lo cual daba una visión diferente de la plaza. 
     
        

   

A primera hora, lo que llama mucho la atención es la cantidad de gente que va a hacer sus oraciones y a dar sus ofrendas. A los pequeños templos se amontona la gente.

   

             



Sin duda es muy recomendable visitar la plaza a distintas horas y distintos días, van cambiando los asistentes y con ello el paisaje.

Jardín de los sueños

Este lugar es un remanso de paz en Kathmandú, un lugar donde parejitas de enamorados y familias acuden para pensar que no viven en un lugar tan convulso.

                   

                   

Para acceder hay que abonar una entrada de 200 NPR y llama la atención que los residentes pueden acceder a la compra de bonos de 10 entradas con descuento. O sea, que hay gente viene con frecuencia al único parque que hemos podido ver en Kathmandú.

                   

Y no es que sea un gran espacio donde pasear, apenas queda media hectárea de parque, frente a las 1,6 que tenía en 1920 cuando lo construyó el mariscal Kaiser Shamer. 

    



El parque es pequeñito, y es más bien pesado para simplemente estarse sentado en sus bancos o colchonetas, y no tanto para pasear. También se puede comer o tomar algo en su cafetería, pero es caro comparado con el resto de la ciudad.

       








domingo, 31 de agosto de 2014

Día 24: Bodhnath, la mayor estupa del mundo.

Tras la visita un tanto decepcionante a Pashupatinath caminamos 15/20 minutos hasta la estupa más grande del mundo, la de Bodhnath.

                          

La entrada cuesta 250 NPR, aunque nos pasó una cosa curiosa respecto al pago. Por adelantar un  poco nos metimos una calle antes y caminamos hasta que no se cómo aparecimos en la parte de atrás de la estupa. Allí nadie nos pidió que pagásemos, sólo nos dimos cuenta de que era de pago a la salida cuando vimos la caseta de tickets. No animo a dejar de pagar... Sólo cuento lo que nos ha pasado.

A diferencia de otros sitios, aquí si que hemos sentido el fervor religioso y la espiritualidad del lugar.

     

Los ojos de Buda miran a los cuatro puntos cardinales, no se les puede ocultar nada. Alrededor de la estupa se han ubicado muchos templos, entre ellos tibetanos. Esto provoca que se vean monjes por todos los sitios caminando alrededor, orando o meditando.

   

   

Los fieles creyentes dan vueltas a la estupa haciendo girar los rodillos de oración, realizando pequeñas ofrendas, tocando el humo del incienso... Este lugar no parece Disney, aquí viene la gente que vive con pasión su religión.

                                 

La estupa se construyó en el año 600, por un rey Tibetano al convertirse al Budismo, y como penitencia por haber matado a su padre. 

   

Respecto a su gran tamaño, un guía me contó, que el rey encargó la estupa a un monje. El monje le pidió un terreno donde ubicarla, el Rey le preguntó que cuantos metros necesitaría, y el monje le comentó que el que saliese de una piel de vaca. El Rey confiado dijo, que para esas dimensiones que la ubicase donde quisiese y que contase con el dinero que estimase. El monje cogió una piel de vaca, la cortó a tiritas finas y las unió, con la gran cinta que le salió marcó el perímetro de esta enorme estupa!! 

 

Este sí es una visita obligada si uno pasa por Kathmandú.






sábado, 30 de agosto de 2014

Día 24: Más visitas en Kathmandú, el templo de Pashupatinath.

De vuelta a Kathmandú aún quedaban unas visitas por hacer, como la visita al Templo de Pashupatinath.

   

La visita al templo está restringida a los no Hindús, así que no hay manera de ver lo que hay en su interior. Se trata de uno de los lugares más espirituales de Nepal, a orillas río sagrado para los nepalíes Bagnati. Este río es para esta ciudad lo que el Ganges para Varanasi.

Lo que si que se permite visitar con total libertad es el río y sus pilas crematorias, previo pago de una entrada de 1.000 NPR uno de los precios más altos de este viaje.

                         

En estas pilas se efectúan las cremaciones de las personas difuntas que desean limpiar su karma y poder salir del ciclo de reencarnaciones.

Al lugar se le supone una espiritualidad tremenda, que no percibimos en ningún momento por ningún sitio. Se trata de un lugar donde hay personas pasando un momento muy triste, mientras en el otro lado grupos de turistas toman fotos como si estuviesen en Disney. 

        

No le encontramos el sentido a pagar una entrada por ver un espectáculo fúnebre, se pueden hacer fotos sin problemas, nadie dice nada ni hay restricción.

Durante nuestra visita se celebraron como unas cinco cremaciones, y si que cabe destacar que la preparación es todo un ritual, nada se hace de manera aleatoria, todo tiene su orden y simbología.

    

   

   

Dan un cierto exotismo los sadhus que se encuentran merodeando por las estupas, aunque ciertámente más que meditar o rezar, están mucho más pendientes de hacerse fotos con turistas.

                             

Como conclusión, desde nuestro punto de vista se trata de un lugar bastante prescindible de visitar.









Día 24: Hasta la vista Bután.

A las 07:30h ya estábamos embarcados en el Druk Air que nos iba a devolver a Kathmandú.

            

En algún sitio ya me habían advertido de una cosa interesante... Cuando uno viene a Bután desde Kathmandú lo ideal es sentarse en los asientos de la izquierda de la aeronave. Cuando se sale uno si puede tiene que pedir los asientos de la derecha. ¿Porqué? Por esto...

                                      

                                

Si el día está despejado como hoy podrás tener esta vista de la cordillera Himalaya. Incluso el piloto nos ha avisado cuando pasábamos por el Everest, es el pico de en medio, que ya se ve más alto que los de alrededor. 

                                       

Hasta el final Bután nos ha dado más de lo que esperábamos.

Nos vemos a la próxima.